CON LOS SIETE SENTIDOS
MARÍA JOSÉ MARRODAN
«EL VERANO Y EL DERECHO A DIVERTIRME»
Tal vez el verano es la época más esperada del año, no solo por la claridad que toma el día y la esperanza con que el sol habita nuestros huesos, lo es por el descanso en las rutinas académicas y laborales, y lo es especialmente para los más pequeños. Hay estudios recientes que afirman que las vacaciones tienen un impacto profundo en los niños, mayor que las sensaciones placenteras que les proporcionan los regalos materiales como los juguetes. Esto es así porque las vacaciones contribuyen a crear experiencias y recuerdos duraderos que construyen aprendizajes vitales muy importantes para ellos. Por ejemplo, la vida del pueblo frente a la de la ciudad, los viajes, conocer otras culturas, o simplemente convivir con otras personas y costumbres. ¿Siempre se construyen aprendizajes vitales? La respuesta, querido lector, es siempre. Ahora bien, lo que deseamos es que ese aprendizaje suponga un crecimiento personal positivo para ellos.
Por eso es fundamental que se fomente el vínculo familiar; que nos planifiquemos para atender tanto las necesidades como los gustos de todos; que busquemos gestionar juntos los roces y conflictos que surjan y aprender de las dificultades; que unidos aprendamos a disfrutar de cada momento y a guardarlo en la memoria de los corazones.
Volvamos la vista a nuestros veranos y a recordar lo que nos hizo felices, y a quienes nos abrieron las puertas de paraísos inexplorados, de experiencias inolvidables, de pasiones que nos acompañan hoy. De que seamos conscientes de ser esas personas inolvidables para nuestros hijos. No es solo enseñarles juegos, o a andar en bicicleta, a nadar, a escalar, a repasar lo que se quedó regular en los estudios. Es cómo lo hacemos. Cómo les enseñamos a relacionarse con nuevas personas; cómo divertirse sin dañar a otros; cómo se coopera en familia, cómo se gestionan los ahorros para comprar el juguete de recuerdo; a apasionarse por la lectura; en qué consiste el álbum de fotos que quieren tener para los días venideros,. Es aprender a asociar los aromas con acciones, lugares, personas, de modo que 40 años después el perfume de los tilos o de los pinos aún te devuelva a tu parque o a tus vacaciones de los 8 años.
Está en nuestras manos crear esa película única de los veranos para ellos, para que no ocurran — u ocurran en la menor medida posible— las variantes del mismo tema: el egocentrismo, que se repiten continuamente. Nos escandalizan esos pensamientos: «tengo derecho a divertirme» y sus consiguientes acciones incívicas y egoístas, que hacen patente esta necesidad.
Las vacaciones son, entre otras cosas, para disfrutar de lo que no podemos hacer durante el resto del año, cierto, pero no a cualquier precio. Y son para forjar recuerdos únicos porque «los recuerdos no son la llave del pasado, sino del futuro» (Corrie ten Boom).
15 DE JULIO DE 2021
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